sábado, 3 de mayo de 2008

Vidrios rotos corazones de cristal

Juan enloqueció, tambaleó un par de veces hasta acordarse de Lorena. Había tratado mil veces olvidarse de ella y ahora se encontraba aturdido, con resaca de un vino agrio y dando tregua a la locura pertinente a un cóctel de pastillas ineficientes para la pérdida de grandes ilusiones.
Camino cinco, diez, veinte cuadras tratando de recordar su casa, divisó un Renault 19 color bordó estacionado sobre la mano izquierda, le era familiar, al igual que la impotencia.
Cerró sus puños, clavó sus dientes, una fuerza sobrenatural lo obligó a encallar su mano derecha en el cristal izquierdo de un Renault 19 color bordó.

Siete puntos fue lo que Juan obtuvo y Lorena nunca se enteró.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Describís las situaciones, como el pintor que plasma una imagen con su paleta.
Muy cierto que nuestro dolor en el amor puede rasgarnos el alma sin mellar ni siquiera al otro.