sábado, 3 de mayo de 2008

Siempre me gustaron las tablas




Florencia pensó mientras iba en el colectivo para el ensayo de teatro, como lo hacía todos los jueves por la tarde, en tatuarse sobre la nuca las máscaras de tragedia y comedia y de esta manera inmortalizar la pasión que sentía por el teatro y la actuación.
Durante el ensayo una de las tablas del rudimentario parquet del escenario literalmente se clavó sobre su pierna izquierda mientras era arrastrada por éste como parte de la escena en cuestión.
En la sala no existía un botiquín, ni siquiera había alcohol; Florencia concurrió al hospital más cercano, cinco puntos le dieron para cerrar la herida que había dejado un tablón del piso donde actuó.

La realidad superó a la ficción y Florencia desistió de la idea de un tatuaje reemplazándolo por esos cinco puntos que nunca imaginó.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando uno hace cosas con pasíon cualquier herida resultante,pasa a convertirse en insignia.
Bravo....