miércoles, 13 de agosto de 2008

This is the end

Y una vez que ya me encuentro en lo que sería el final de este proyecto, recuerdo lo que una vez dijo una dramaturga con la que tuve el placer de relacionarme como profesora- alumna, -“la naturaleza es circular y de alguna manera tratamos de ir en contra de ella creyendo en lo lógico, las líneas y rectas”- , somos sólo ciclos de materia en movimiento, con lo cual se nos hace inevitable en este círculo que es la vida , que nuestro vestuario llamado cuerpo, se renueve, modifique y extinga, a diferencia de nuestra esencia donde se depositan de manera inalterable nuestros logros y caídas.
Algunos animales tienen la capacidad de modificar el estado de su piel, ya sea desde su color o su textura, no es dato menor para Darwin y su teoría de supervivencia. En la raza humana las heridas laceradas podrán sanar espiritualmente o viceversa, y ante esto la opción camaleónica de escondernos bajo otro aspecto no es un recurso que tengamos disponible.
Y a lo largo de este proceso, termino recopilando historias propias y ajenas que me hacen dar cuenta que hay que culpar menos a las baldosas flojas con las que tropezamos, llegada la situación en la que prescindamos de ese don; como una vez me dijo una francesa cuyo nombre no viene al caso, porque si de hecho no sabía pronunciarlo mucho menos escribirlo, - Te ha pasado algo tan malo, tan malo, tan triste para ti, que lo bueno de todo esto, es que realmente te va a costar encontrar algo que lo supere en maldad y tristeza- Indefectiblemente tenía razón, y es ahí el momento en que nos lustramos los zapatos, aprendemos a observar más el suelo donde pisamos y si es necesario nos cruzamos de vereda; que reír nos arruga, pero llorar nos envejece.