miércoles, 13 de agosto de 2008

This is the end

Y una vez que ya me encuentro en lo que sería el final de este proyecto, recuerdo lo que una vez dijo una dramaturga con la que tuve el placer de relacionarme como profesora- alumna, -“la naturaleza es circular y de alguna manera tratamos de ir en contra de ella creyendo en lo lógico, las líneas y rectas”- , somos sólo ciclos de materia en movimiento, con lo cual se nos hace inevitable en este círculo que es la vida , que nuestro vestuario llamado cuerpo, se renueve, modifique y extinga, a diferencia de nuestra esencia donde se depositan de manera inalterable nuestros logros y caídas.
Algunos animales tienen la capacidad de modificar el estado de su piel, ya sea desde su color o su textura, no es dato menor para Darwin y su teoría de supervivencia. En la raza humana las heridas laceradas podrán sanar espiritualmente o viceversa, y ante esto la opción camaleónica de escondernos bajo otro aspecto no es un recurso que tengamos disponible.
Y a lo largo de este proceso, termino recopilando historias propias y ajenas que me hacen dar cuenta que hay que culpar menos a las baldosas flojas con las que tropezamos, llegada la situación en la que prescindamos de ese don; como una vez me dijo una francesa cuyo nombre no viene al caso, porque si de hecho no sabía pronunciarlo mucho menos escribirlo, - Te ha pasado algo tan malo, tan malo, tan triste para ti, que lo bueno de todo esto, es que realmente te va a costar encontrar algo que lo supere en maldad y tristeza- Indefectiblemente tenía razón, y es ahí el momento en que nos lustramos los zapatos, aprendemos a observar más el suelo donde pisamos y si es necesario nos cruzamos de vereda; que reír nos arruga, pero llorar nos envejece.

viernes, 11 de julio de 2008

Estigma




Clara y Héctor llevaban ya 19 años de existencia compartida en un viejo PH del barrio de Boedo. La cocina naranja que derrochaba desbarajustes culinarios de noches sin sueño, el baño empapelado de un moho color verdoso y la ausencia del desorden característico de una casa habitada por chicos, eran el aspecto visible de una relación apestada de rutina y aturdida de silencio.
Héctor llegaba a las diez y Clara tenía servido sobre la mesa el menú fijo de cada día; los lunes pastel de papas, los viernes delivery de comida china. Alimentarse es un plan sencillo cuando lo que sigue, sacia mucho menos que un plato de comida y algo tan simple como recostarse sobre las mismas sábanas junto a tu compañero de vida, se transforma en el calvario del cual nunca sospecharías.
A diario se despiertan con la piel marcada por un colchón que poco los sostiene; y los resortes, que aún clavándose en su carne, no amortiguan toda esa soledad que los abarca.

martes, 10 de junio de 2008

Líbranos del mal. Amén.



Era 1977, las luces de la cuidad eran más tenues y la gente menos confiada.
Jorge sabía que las cosas no andaban bien y una noche entre forcejeos y llanto, sin poder decidir, cambió su tibia cama de la calle Rivadavia por algún lugar que ya no figuraba en cualquier mapa. Era oscuro, de esa clase de oscuridad que se percibe aún con los ojos vendados por un trapo embebido en nafta. El silencio era ausencia de vida, y demasiado ruido, presagio de muerte; rezar no sirve de nada si el Dios que te juzga es tan terrenal como el gusano que se arrastra.
Sin un plan y sin ser conciente del factor suerte, ese día en el que Jorge logró escapar, llevó arrastrando algunos metros parte del alambrado que dividía la voluntad de unos tantos, de la voluntad propia.


Su cicatriz es la libertad hecha carne, una marca de libre expresión.

jueves, 29 de mayo de 2008

No me escribas la pared


Betina era cordobesa y como buena cordobesa, amante del fernet. Dedicaba sus noches a un bar de poca luz, mucho ruido y gente distraída por algún factor ajeno a lo real.
Estaba sola desde hace un tiempo, y ese día se propuso revertirlo; miró a su alrededor y desde el viejo escenario hubo alguien que la atrapó. Tenía una guitarra en la mano y su voz tuvo repercusión en las fibras íntimas de lo íntimo que tenía para esconder.
Junto con la última canción, Betina se levantó y en la primera mesa frente a él se sentó, entre miradas cruzadas y acordes desvariados tuvo la necesidad de sentir algo más que su música.
Cuando terminó el show y un par de fans concurrieron al encuentro con su rockstar, Betina ya era suya, se apiadaba del resto y esperaba a su nuevo amor.
Luego de un par de halagos, él se acercó a la barra pidió un marcador y tomó el brazo izquierdo de Betina, apuntó un nombre y un teléfono.

Ella acotó que era indeleble, el contestó, “sólo quiero estar entre tu piel”.

domingo, 25 de mayo de 2008

Rasguños




Sergio y Leonardo eran amigos desde muy chicos, el mismo barrio, las mismas anécdotas y el compartir ídolos e incluso equipo de fútbol eran unos de las tantos motivos para que se gestara entre ellos aquella clase de amistad sin fecha de vencimiento.
María Eugenia llegó en la adolescencia; tenía ojos verdes, la piel muy blanca y el pelo renegrido, era inquieta y muy despierta, poco conciente de su sensualidad que de manera innata, la convertía en la mujer más atractiva del planeta.
Leonardo la conquistó sin saber los gajes del oficio, y Sergio perdió interés entre tanta belleza.
Una fiesta de caras y caretas fue la locación perfecta para reunirlos a los tres, y la excusa de vasos vacíos o primeras borracheras fue la única justificación que salió de la boca de Sergio cuando Leonardo sorprendió a su novia posada sobre los labios de su amigo.
Un par de golpes a la cara, otros vuelven hacia el estómago, una lucha entre dos grandes compañeros de aventura que se enfrentan por orgullo disfrazado de honor.
Eugenia se desespera y en el intento por separarlos, rasguña a uno y a otro.




Efectivamente ninguna mujer se iba a interponer entre ellos.

viernes, 23 de mayo de 2008

Polvo te harás

Estaba anocheciendo, el aire era cada vez más fresco, María y Braulio siempre se habían gustado, nunca se lo habían dicho.
Se alejaron del resto, caminaron lento por aquél campo del kilómetro 105, se besaron sin darse cuenta y una cadena de actos involuntarios comenzó a formarse eslabón por eslabón.
Ella era suave, él de plomo y sacó su espada de hierro, entre la paja y el forraje la piel blanca de María resaltaba aún ante las luciérnagas que envidiosamente los miraban. Comenzó a llover y se mordieron, bajaban y subían al ritmo de las hojas mecidas por el viento.
Y Braulio la tomó por la espalda y ella no supo defenderse, confiada que en la guerra no existen estrategias, sino maneras de supervivencia.
Lejos de lastimarse, quedaron las heridas de rodar sobre el alambrado verde del suelo cuando una tarde se mezclaron carne y tierra untada de besos.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Para colorear


La ciudad se veía linda con tanta gente riendo, sin ningún motivo en particular, sin las ojeras características de noches de insomnio o de preocupaciones a fin de mes.
Los autos frenaban sobre la senda peatonal, sus conductores se espiaban de auto a auto, se encontraban y allí se sonreían; los bebés esbozaban esas carcajadas de las que parecen que se ahogan y no se salvan.
El cielo era de un color celeste “cielo”, podría haber sido de noche, podría haber sido de día, no había otra manera para describirlo, las hojas eran tiernas, de la textura de una piel al sol, y la gente se reía sin ningún motivo en particular.

Jeremías es ciego de manera accidental, después del episodio, sus ojos cicatrizaron, se levantó, salió a la calle y unos días atrás me contó lo que vió.