
Esteban y Rocío se fueron a vivir juntos en muy poco tiempo, sin saber los oficios de la casa y menos de la convivencia.
A ella se le ocurrió cocinar, y mientras pelaba la cebolla el cuchillo atravesó el vegetal hasta su mano izquierda. Esteban la miró y pasó por su cabeza la idea de ¡no puede ser tan idiota!, Rocío respondió con una mirada inocente frunciendo el ceño y la boca, él se dio cuenta que a pesar del dolor o la gravedad de la herida, Rocío había procurado primero encontrar la complicidad en su pareja.
Ambos se rieron y entendieron que esos tres puntos que sucedieron al episodio, eran una muestra de lo que debían vivir de a dos si querían convivir de verdad.
1 comentario:
Que buen relato, nada fácil darle un buen final al aprendizaje de la convivencia.
Una visión optimista hace bien,gracias.
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